Este libro, con una introducción informada de José María Valverde, contiene seis de las grandes tragedias de Shakespeare: Hamlet, Macbeth, El Rey Lear, Othello (el Moro de Venecia), Romeo y Julieta y Julio César.
Quien fuera miembro de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, realiza en su introducción una profusa exposición acerca de cada una de las tragedias contenidas en el volumen, las obras en las cuales se inspiró su autor, así como su significación artística. Del gran dramaturgo inglés, Valverde escribe:
…la grandeza de Shakespeare reside en su ‘capacidad negativa’, en su lejanía, en su neutralidad respecto a los personajes, los valores, las situaciones: él es —en términos del poeta romántico— un ‘camaleón‘, capaz de dar voz por igual a la inocente Imogen (de Cimbelino) y al malvado Iago (de Othello). De otro modo, Antonio Machado sugirió algo análogo: Shakespeare fue un ‘poeta de poetas’, es decir, un creador de personajes que dicen cada cual los poemas de su propio sentir, sin revelar el sentir de su autor (p. XIX).
El también crítico, editor y traductor de autores capitales como James Joyce, Goethe y Rilke se apoya en todo caso en lo dicho por Keats, a propósito de esa «capacidad negativa» que se le atribuye a Shakespeare. También acerca de esa capacidad escribe: «Lo que disgusta al virtuoso filosofo, deleita al camaleónico poeta.» (p. XXXII).
Más adelante, al final de la introducción, el autor de Breve historia y antología de la estética anota:
… Hay una manifestacion del nihilismo Shakespereano por lo que toca a la marcha del mundo…El bien puede triunfar, sí, en el ámbito personal, incluso en el de una determinada figura en el marco de una ciudad, pero cuanto más se abre la referencia a la marcha general de la sociedad, más negra es la visión shakespereana. En eso, como en todo, Shakespeare ya no es un hombre del renacimiento, sino del barroco: ya no cuenta con una unidad básica del universo, sino que ve el mundo «fuera de quicio», y ve al hombre como un ambivalente e inquietante ser, poco de fiar, y peor cuanto más se le sitúa en la perspectiva a gran escala de toda la sociedad.
Algunos subrayados a lo largo de mi lectura de estas tragedias del «Bardo de Avón»:
Fragilidad, tu nombre es mujer (Acto I, Escena II, Hamlet).
No pidas prestado, ni prestes; pues el préstamo muchas veces se pierde a sí mismo y al amigo, y el pedir prestado embota el filo a la economía. Esto sobre todo: sé fiel a ti mismo, y a eso seguirá, como la noche al día, que no podrás ser entonces falso para nadie…(Acto I, Escena III, Hamlet).
…así ocurre a menudo en ciertos hombres que tienen algún maligno lunar por naturaleza, no siendo culpables de ello en su nacimiento…o en quienes se desarrolla excesivamente algún humor que a menudo derriba las empalizadas y fortines de la razón, o que tienen alguna costumbre que pone demasiada levadura en el molde de las buenas costumbres; en esos hombres, digo, que llevan el cuño de un solo defecto, como librea de la naturaleza o estrella de la fortuna, todas sus demás virtudes, aun que sean tan puras como la gracia, y tan interminables como sea capaz el hombre, recibirá corrupción por parte de esa falta determinada, ante la censura de todos: ese dracma de mal reduce a su propio escándalo a toda la noble substancia de una duda…(Escena IV, Acto I, Hamlet).
Padres que llevan andrajos/ hacen ciegos a sus hjos,/ pero el padre con talegas/ halla en sus hijos cariño./ La Fortuna, esa gran puta,/ no abre la puerta al mendigo… (Escena II, Acto II, El Rey Lear).
…mejor así, sabiendo ser despreciado, que siempre despreciado y adulado. Estando en lo peor, como la cosa más baja y abandonada de la Fortuna, se está siempre en esperanza, y no se vive con miedo. El cambio lamentable es a partir de lo mejor: lo peor regresa a la risa. (Acto cuarto, Escena primera de El Rey Lear).
…El que sonríe cuando le han robado, roba algo al ladrón; el que disipa un dolor inútil, se roba a sí mismo. (Acto I, Escena III, Othello, El Moro de Venecia).
…El mal que hacen los hombres, vive después de ellos; el bien, muchas veces, queda enterrado con sus huesos. (Acto III, Escena II, Julio César).
La traducción y las notas, también a cargo de José María Valverde, ponen de relieve la enorme competencia de ese estudioso español para poner al alcance de los lectores presentes y futuros de Shakespeare toda la profundidad y la maestría del gran dramaturgo inglés. Los lectores en lengua española podemos sentirnos enormemente agradecidos por esta monumental contribución.
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Acerca del autor
- Macultepec, Tabasco (1975). Economista y escritor. Autor de "Bajo el signo del relámpago" (poesía), "Todo está escrito en otra parte" (poesía) y "Con daños y prejuicios" (relatos). Ha publicado poesía, ensayo y cuento en diferentes medios y suplementos culturales de circulación estatal y nacional.
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