Diario peligroso. Día 82.

Teodosio me hace llegar por correo electrónico una versión preliminar de su libro Villahermosinos, para que le haga el favor de revisarlo.

Se trata de un libro ameno. Aborda el pasado, el presente y quizás el futuro de Villahermosa (y de Tabasco) a través de los personajes que retrata con perfiles desbordados a ratos por la emoción. En realidad, es la ciudad la que furtivamente se asoma cuando el lector traspone los recuerdos, las semblanzas, las anécdotas, las personalidades y las presencias que Teo desgrana alrededor de casi sesenta personas ilustres (o no) que han terminado por significarle algo y con las cuales de un modo u otro ha tenido que ver.

Esto escribe, por ejemplo, de doña Gaba:

Gabriela Gutiérrez es una fuente viva de información cultural. Escucharla en muchas ocasiones y en diversos canales, me
ha resultado como la audición de la radio en comunidades sin
energía eléctrica, con caciques y capataces que tenían el derecho
de pernada, los castigos y azotes a los esclavos tabasqueños; es
como adentrarse en un luminoso embeleso donde la historia de
las familias y personajes tienen el sabor de una paleta de coco o
de tamarindo, o el aroma de las lechitas con canela o gaseosas
enfriadas con hielo picado.

Esto del comunicador Luis Illán Torralba:

En los últimos treinta años del siglo anterior a este, después
del mediodía entraba en la radio o salía de ella la sonora y timbrada voz de Illán Torralba. ¿Quién no lo escuchó alguna vez
y después de oírlo con atención, reconocer los huevos, valentía para decir las cosas, o en ocasiones frecuentes, mandarlo a
chingar a su madre por las pendejadas que decía? ¿Quién no lo
incorporaba a su léxico argumental en las conversaciones y para
legitimar lo que decía, finalizaba: como dice Illán Torralba…?

Y esto otro de Chico Che, el popular músico y cantante de música tropical:

Pero el éxito de Chico Che tiene un sinnúmero de posibles
explicaciones: era villahermosino, sencillo, accesible, natural
y siempre convivía con sus fans. En la calle Sandino, cerca del
Seguro Social, hay una calle que es la número 7 y sale a Paseo
de la Sierra casi frente a la oficina de Finanzas. Sobre la calle
numérica en una casa de dos pisos, y en ciertas mañanas, se
encontraba Francisco José acodado en la baranda, con el rostro
mustio de quien se acaba de levantar de un sueño interrumpido
o de quien prolonga todavía alguna ínsula de su placer artificial.
Cuando caminaba yo por ahí rumbo al CBTIS 32, lo saludaba
con cierto asombro y como sorprendido in fraganti, cambiaba
de color y sonreía con agrado a mi saludo.

Teo ha querido retratar con este libro cierta época (la que le ha tocado vivir), tanto como hablar de una Villahermosa que comenzó a desdibujarse hace algún tiempo y de la que quedan resabios —para ser otra cosa— en quienes entre nosotros construyen la cultura, hacen radio, gobiernan, escriben periodismo o literatura. Sus querencias están amalgamadas en esos retratos vivos de personas a las que trae en la memoria y a las que liga inexorablemente a esta “ciudad de la desmesura” donde tuvo oportunidad de tratarlos o de aprender a quererlos.

Muestrario de sus afectos, el libro es también una galería con paisajes humanos. A mí no deja de sorprenderme que lo haya escrito en medio de las dificultades propias de su ceguera, de la enfermedad que lo aqueja y a caballo de una voluntad que pese a todo parece inquebrantable.

Acerca del autor

Francisco Payró
Macultepec, Tabasco (1975). Economista y escritor. Autor de "Bajo el signo del relámpago" (poesía), "Todo está escrito en otra parte" (poesía) y "Con daños y prejuicios" (relatos). Ha publicado poesía, ensayo y cuento en diferentes medios y suplementos culturales de circulación estatal y nacional.

About Francisco Payró

Macultepec, Tabasco (1975). Economista y escritor. Autor de "Bajo el signo del relámpago" (poesía), "Todo está escrito en otra parte" (poesía) y "Con daños y prejuicios" (relatos). Ha publicado poesía, ensayo y cuento en diferentes medios y suplementos culturales de circulación estatal y nacional.