Me veo en el centro, en un café, con el poeta cardenense Marco Antonio Acosta. Don Marco me ha citado para regalarme una antología completa de las obras del cubano Eliseo Diego.
Él asegura que conoció a Diego en alguna de sus idas y venidas por el Distrito Federal, y que incluso el autor de En la calzada de Jesús del Monte estuvo en Tabasco. Vino aquí —me dice— para impartir alguna conferencia. Le agradezco a don Marco el regalo que de verdad aprecio.
A él lo veo bien, pese a sus problemas de salud. Pese a que por momentos le sea difícil expresarse. A propósito de nuestro encuentro, me dice que piensa presentar en los próximos días el libro Venia del sur, título que recoge poemas suyos de distintas épocas no incluidos en ningún volumen. Me invita entonces a presentarlo y yo, por supuesto, que acepto. Le digo que será un honor para mí presentar ese nuevo libro suyo.
¿De dónde viene el aprecio que me guarda don Marco? Me respondo que del amor suyo —y mío— por los libros, por la literatura. Algo habrá visto en mí, en la tierra tantas veces pantanosa de la escritura, que lo lleva a distinguirme con su trato. Él es un referente necesario de la promoción literaria en nuestras tierras.
Editor de la revista Albatros viajero (en cuyas páginas han podido leerse plumas que se decantan por una poesía sobria, aunque no menos abundante), antologador de poesía (sólo él y Francisco J. Santamaría han acometido en Tabasco esa ingrata tarea), crítico teatral y personaje eminente en su natal Cárdenas, don Marco ha posado su mirada sobre lo poco que he escrito. Tuvo en su momento palabras generosas para mi primer libro. “Algunos dicen que lo tuyo es pelliceriano, pero yo no veo a Pellicer aparecer por ningún lado, lo tuyo es otra cosa.”
Eso, entre otras palabras, me dijo de Bajo el signo del relámpago, mi primer libro. Del siguiente, de Todo está escrito en otra parte, también me dijo algunas cosas. Que no se parecía al primero, que mi poesía era muy distinta de un libro a otro. Don Marco me ha leído, pues. Y es un halago contar con su apreciación como lector. Eso siempre se agradece, viniendo de él, que es y ha sido siempre un lector de primera línea.
Cuando nos despedimos —él se queda en el café y yo me voy, uno siempre con las prisas de ganarse la vida— prometemos mutuamente volver a vernos. Yo sé que habrá de ser así, sabiendo como sé que los amigos como él cumplen su palabra. Yo sé que, de un modo o de otro, siempre habrá un Marco Antonio Acosta dispuesto a abrir para mí la estrecha puerta de la palabra.
Acerca del autor
- Macultepec, Tabasco (1975). Economista y escritor. Autor de "Bajo el signo del relámpago" (poesía), "Todo está escrito en otra parte" (poesía) y "Con daños y prejuicios" (relatos). Ha publicado poesía, ensayo y cuento en diferentes medios y suplementos culturales de circulación estatal y nacional.
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