Él sabe que una especie de demonio lo posee. Un demonio hambriento a la caza del elogio, de la nimia alabanza a su inteligencia, a su moral “irreprochable”.
Él recuerda que no hace muchos años leyó El demonio de la perversidad, un relato de Edgar Allan Poe que se instaló en alguna parte de su cabeza y que desde entonces se pregunta si un demonio semejante le hará gritar alguna vez, a los cuatro vientos, su pobre condición de egoísta miserable, de misántropo engreído.
¿Qué nombre llevará ese espíritu al que Poe identificara en su cuento en la figura de aquel asesino desgraciado? ¿Se llamará Belial, Satán, Mefisto? Muchos nombres de demonios para tantas maldades en el corazón del hombre. Judaísmo, cristianismo e islamismo, cada una con su propia cauda de espíritus malévolos, y es difícil pensar que hayan querido nombrar de muchos modos lo que es —quizás al final de cuentas— lo mismo.
Él recuerda, también, lo que un querido cura de su pueblo predicó alguna vez de San Francisco, el pobrecito de Asís. “¡Dice la gente que tú eres un santo!”, decía el cura que la gente le gritaba al fundador de la Orden Franciscana. Y el que antes de santificarse se llamara Giovanni di Bernardone respondía: “!Pues no les creas tú…ni vengas a hacérmelo creer a mí!”. Señal inequívoca de que el santo, sabedor de que el demonio acechaba, rehuía al halago como a la peste; incluso a la sincera, pero expresiva, admiración.
Él sabe que no puede —ni debe— ceder un ápice, a riesgo de que Mefisto (se acuerda, justo ahora, de Goethe, pero también de Liszt, que algo habrán sabido de demonios) o, como se llame, cobre fuerzas. Él sabe que deberá matarlo. Asfixiarlo. Conseguir que la inanición se encargue de él, y para siempre. También le queda claro que, ni remotamente, tiene la fuerza y el temple del hijo de Pietro Bernardone para resistir el asedio constante de esa bestia.
Él sabe tantas cosas. ¿Sabrá también que la historia del demonio no es sino otra más de sus argucias para no hacerse cargo de las responsabilidades que consigo mismo tiene?
Acerca del autor
- Macultepec, Tabasco (1975). Economista y escritor. Autor de "Bajo el signo del relámpago" (poesía), "Todo está escrito en otra parte" (poesía) y "Con daños y prejuicios" (relatos). Ha publicado poesía, ensayo y cuento en diferentes medios y suplementos culturales de circulación estatal y nacional.
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