Hoy, una horda de “pochimovileros” bloqueó la carretera que va de Villahermosa a Frontera.
La bloquearon sin más. Porque sí. Porque reclaman espacios que no han sabido ganarse. Porque su derecho a impedir el libre flujo de la vida de los otros es más grande que el derecho de cualquiera. A mi mujer, que viajaba en una “combi” de regreso a nuestra casa, le tomó mucho tiempo volver a su destino. La “combi” tuvo que sortear por otra vía a más de un grupo de rufianes ocultos bajo la apariencia de servidores del transporte y en más de una ocasión el conductor tuvo que pagar un absurdo derecho de vía para continuar con su recorrido.
¡El colmo de los colmos! Esos señores rufianes se atreven a obstaculizar las calles y los cruces públicos con sus atronadores carcachas, su insolente manera de comportarse y sus infernales ruidos para que, encima, se permitan estrangular la poca vida que nos queda en los espacios que a todos pertenecen.
Los diarios y las noticias de la televisión han dado cuenta de la forma en que la policía enfrentó a los revoltosos y es el caso que un mar de ellos ha querido resistirse a fuerza de garrote, con la quema de llantas e incluso con el enfrentamiento franco a las fuerzas del orden.
Y pensar, después de todo, que a estas tierras de Dios nuestro orgullo mal habido ha querido llamar “Edén”.
Acerca del autor
- Macultepec, Tabasco (1975). Economista y escritor. Autor de "Bajo el signo del relámpago" (poesía), "Todo está escrito en otra parte" (poesía) y "Con daños y prejuicios" (relatos). Ha publicado poesía, ensayo y cuento en diferentes medios y suplementos culturales de circulación estatal y nacional.
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