El Cristo de Temaca, de Alfredo R. Placencia.
Hay en la peña de Temaca un Cristo. Yo, que su rara perfección he visto, jurar puedo que lo pintó Dios mismo con su dedo...
Hay en la peña de Temaca un Cristo. Yo, que su rara perfección he visto, jurar puedo que lo pintó Dios mismo con su dedo...
Llega el día en que el hombre se satura y se cansa del amor, del placer, del dolor, de la esperanza, y se vuelve solitario, empedernido, mudo como soltera piedra varada en el desierto.
Lecturas en voz alta a cargo de escritores. Dá clic para escuchar el audio (se recomienda el uso de auriculares para una mejor experiencia auditiva). He querido grabar para esta entrada tres poemas, tomados del libro…
Una noche me iré, junto a esa hora en que se ahogan todos los recuerdos, en que se pierden todos los luceros, con el sabor de la raíz amarga hasta el fondo del círculo…
“La biografía de un poeta está en sus libros más auténticos, porque la verdadera poesía está hecha de vida. La invención de los juegos malabares pertenecen a un ámbito en el que la poesía no…